Emulando la suite europea, género formado por una colección de danzas donde el número puede variar dependiendo el año, lugar o época. “La Mexicana” cuenta con cinco danzas de influencia tradicional: Son Huasteco, Son Itsmeño, Son Jarocho, Polka/Huapango del Norte y un Son de Chiapas.
Esta composición es difícil definirla, como menciona Gunter Schuller en su intento por explicar el Third Stream: “Es un nuevo género de música ubicado aproximadamente a la mitad del jazz y la música clásica”. Esto más que aclarar quizá causo confusión, por lo que reparó en especificar que es lo que no era el Third Stream: “No es jazz con cuerdas, no es jazz tocado con instrumentos de orquesta clásica, no es música clásica tocada por músicos de jazz, no es incorporar algo de compositores contemporáneos con armonía de jazz o lo contrario, no está hecho para no hacer más jazz o clásico, solo es una forma de expresión de los músicos de hoy”.
Estilos Tradicionales, y más allá
En ese tenor puedo expresar que nuestra suite (La Mexicana), no es folclore tocado por músicos de jazz, aunque sí incorporamos a la big band instrumentos pertenecientes a los estilos tradicionales, no es jazz tocado por instrumentos exclusivamente del folclore, no son sones populares adaptados a la orquesta de jazz.
Tal cual lo expresa Schuller, yo creo que es una expresión artística de músicos de jazz mexicanos que tratamos de crear nuestra propia identidad, justo a la mitad entre ambos géneros.
Esto no es exclusivo, por el contrario, hemos sido testigos de grandes hazañas musicales a lo largo de nuestra historia moderna, como las orquestales con sabor prehispánico de Silvestre Revueltas, toda la obra pianística y guitarrística de Manuel M. Ponce que sin lugar a duda me transportan a los pueblos de calles empedradas de cualquier rincón de nuestro país.
El maestro Jorge Martínez Zapata, precursor de este tipo de fusiones y Héctor Infanzón, quizá uno de los compositores más recientes, que incorpora los sonidos de la Ciudad de México. No podría mencionar a todos, pero estoy seguro que usted está pensando otras posibilidades.
Los movimientos de la suite cuentan con puntos de inflexión y convergencia, sobre este último, el ritmo es el más claro. Tanto el jazz como gran parte del folclore latinoamericano se desarrollaron a través de la métrica 6/8, en algunos casos no explícitamente pero sí en cuanto a sensación.
Es por ello que la big band navega libremente por las frases de esta obra ya que el swing, de fraseo ternario, se manifiesta en las figuras rítmicas de tresillo correspondiente al lenguaje de algunas de las músicas tradicionales de México.
Por el contrario, descubrimos elemento nuevos y divertidos en la orquestación al incluir y adaptar nuevos instrumentos a la formación tradicional de la orquesta de jazz, esto no por un capricho, sino por balancear la composición, además de crear nuevos colores y texturas.
Dedicado a Oaxaca
En este punto debo mencionar cuáles son estos: La leona, instrumento propio del son jarocho, el cuál sustituyó al contrabajo; la jarana, en lugar de la guitarra; el acordeón, como instrumento melódico y armónico; la marimba, para el son chiapaneco; la tuba, para crear peso en el movimiento dedicado a Oaxaca; percusiones propias de esas danzas, como la quijada de burro y el pandero jarocho entre otros; finalmente, la voz humana fue utilizada con un instrumento más y no como se acostumbra escucharla de solista.
Importante destacar que el mayor reto fue concebir todos estos elementos guiados por el instrumento solista: El arpa, un instrumento que probablemente nunca hemos visto ni relacionado al jazz, así como a la orquesta de jazz.
Esta obra fue comisionada por Manuel Huizar Dir. Gral. de la Orquesta Nacional de Jazz de México y el arpista de jazz César Secundino, construimos recatadamente cada uno de los movimientos de La Mexicana como lo hacían los compositores de conciertos que escribían específicamente para un solista en particular y que dicha obra demostraba las habilidades de este.
Concebir esta obra con todas sus vertientes requirió “amalgamarme” con la creatividad del potosino Carlos Zambrano Morales, quien desarrolla una carrera musical en descubrir nuevas formas de hacer jazz fusionadas con los géneros mexicanos, juntos tomamos las mejores decisiones que nos pareció para cada uno de los compases.
Aún no hay una ley y ni quién rige sobre qué, cuál y cómo es o debe de ser el jazz mexicano, opiniones sobran, y como dicta el clásico cliché: Solo el tiempo definirá que tan cerca o lejos quedó La Mexicana de serlo. Pero de lo que estoy seguro, es que esta obra motiva a las jóvenes generación de compositores y compositoras mexicanas de jazz.
La Orquesta Nacional de Jazz de México y otras orquestas, ahora tienen la responsabilidad social de servir como plataforma para fortalecer la escena de la composición mexicana de jazz.
Tonatiuh Vázquez Vilchis.